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LA GRIPE LOCALISTA
Hace unos días paseaba por la calle tranquilamente, de repente me
asaltó un individuo que en tono amenazante exigió que le entregara
todo mi dinero antes de que me lo gastara en alguna multinacional.
Lógicamente me negué, el atracador trató de convencerme asegurando
que me negaba porque soy egoísta y antigallego. No soy el único
caso, al parecer los vigueses estamos padeciendo un nuevo un brote
de localismo insolidario. El origen epidemiológico parece estar,
esta vez, en no ver con buenos ojos que la caja de ahorros del sur
de Galicia sea absorbida por Caixagalicia. Dicen que esta rara
enfermedad provoca una ceguera aldeana que impide ver el interés
general del país, lo que pone en peligro el futuro bienestar de
todos los gallegos. No estaría de más pedir una segunda opinión.
Ni el médico ni el diagnostico son muy fiables.
Se apela mucho estos días desde los
medios del norte - nada localistas, por otra parte- al "galleguismo
político" y al "interés de Galicia
por encima del minifundismo estéril y
el localismo carpetovetónico". No se trata de que
Caixagalicia necesite la fusión como agua de mayo, que va. Ni que
tenga que cubrir los agujeros que dejaron los créditos concedidos
a la concursada Fadesa, eso no tiene nada que ver. Es por Galicia.
Cuanto sacrificio por el interés ajeno. Yo les preguntaría a Luis
Ventoso, José Luis Barreiro Rivas y todos los demás adalides de la
Galicia unida y armónica que últimamente parecen salir de debajo
de las piedras del paseo marítimo, ¿aceptarían ustedes, por
interés de Galicia ,una fusión que diera como resultado una
entidad con sede en Vigo?, ¿seguirían pensando en clave de país?
¿o encontrarían mil razones para esconder el galleguismo en lugar
seguro y así poder enarbolarlo en mejor ocasión? No mientan. Lo
que se pretende es conseguir el control de una caja solvente,
tapar pérdidas y quedarse con todo el pastel. Pero eso sí, por el
bien de todos, aunque al final sólo se beneficie uno. No se puede
ser más hipócrita.
Lo más grave es que si se
planteara una fusión en igualdad de condiciones, que no es el
caso, también deberíamos oponernos. ¿Tenemos alguna razón para
creer que la gestión de la caja resultante sería equitativa y
justa con el sur? Ni una sola. Pasaría como con la
Federación Gallega de Fútbol, que aún estamos esperando que vuelva
a Vigo.
Esta ciudad está siempre a la cola en el repartos de
infraestructuras y dotaciones. Excluida de la conexión directa con
Madrid por AVE, continúa sin auditorio mientras se gasta cien
veces su coste en la Ciudad de La Cultura, soporta que cada día se
recorte un poco más el proyecto del hospital pese a ser la urbe
más poblada de Galicia, ve peligrar de forma periódica la
continuidad de su aeropuerto (el único que no tiene subvencionados
vuelos de bajo coste) mientras se hunden todos los fondos europeos
en los puertos exteriores del Cantábrico. Los vigueses estamos
hartos, y tenemos mil motivos para desconfiar de una
administración autonómica que lleva más de treinta años barriendo
para casa, su casa.
No podemos esperar nada de quien incumple la promesa de
trasladar a Vigo la Consellería de Pesca y permite que el titular
de Política Territorial instale solapadamente su oficina en A
Coruña. Oficina desde la que se paralizó durante cuatro años la
creación del área metropolitana de Vigo, por puro localismo, y se
enterraron todos los proyectos para ampliar el puente de Rande y
reformar la autovía de Porriño.
Prefiero dejar mis ahorros en un furgón custodiado por el
Dioni, que confiar el control financiero de Galicia a una entidad
bancaria con sede en Coruña, ciudad que se toma tan en serio el
lema "Vigo, no" que hasta se entona desde el balcón del Concello.
Al menos el vigilante jurado más chorizo del mundo no iba a
utilizar mi dinero en mi contra. Está fusión-absorción no es una
unión de dos cajas como se nos quiere hacer creer, es una OPA a
Vigo y su tejido industrial. Un paso más en el intento de ahogar
Vigo por tierra, mar, aire y bolsillo, para convertir el sur en el
parque industrial del norte.
Pese a todo casi coincido en algo con
el señor Ventoso - nombre que parece sacado de una película de
Tarantino y muy apropiado para vivir a orillas del Cantábrico-,
cuando afirma:
"... al final llevaría a lo
de siempre: el poder de decisión se iría lejos de Galicia, eterna
sucursal que alimentaría con su ahorro a los demás (...) No es lo
mismo pedir un crédito a una entidad de aquí, que entiende Galicia
y responde ante ella, que hacerlo ante un despacho impersonal
situado una torre acristalada de la Castellana, desde donde
Galicia es solo una cifra gélida en un balance."
Sustituyendo "Galicia" por "Vigo" y "la
Castellana" por "el Cantón Grande" tendría toda la razón. Tal y
como lo plantea sólo demuestra ser un minifundista estéril que no
piensa en clave de estado, contrario a crear una gran caja
española antes de que el centro de decisión se traslade a otro
país europeo por puro localismo carpetovetónico.
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