Sin perdón

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En esta sección expongo opiniones personales sobre aquellos que nos ofenden, porque ya puse las dos mejillas y no me quedan más. Sólo soy un colaborador de Planeta Celta, el autor no tiene por que estar necesariamente de acuerdo con mi punto de vista o mis comentarios.

  Trato injusto en Balidos.
  Ladrones, paletos y sin educación. Así nos ve el diario Marca.
  Había una vez... un circo.
  La novia en todos los entierros.
  A la zorra tampoco le gustaba Dylan.
  Somos localistas.
  Otro OVNI en Vigo.

 
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08-02-2010




 

¿VOSOTROS TAMBIÉN, BRUTOS?


 


 

    El 15 de marzo del año 44 a.C. un grupo de senadores romanos se confabularon para asesinar a Julio César. Públicamente  enarbolaron la bandera de garantes de la República como justificación, pero no engañaron a nadie. Todos sabían que los verdaderos motivos fueron la envidia por la meteórica carrera del nuevo dictator de Roma y el miedo a que mermara su poder y el estatus de sus familias. Cuentan los historiadores romanos que, de todas, la puñalada que más le dolió a César fue la de su hijo adoptivo Bruto, le hizo más daño la traición que la daga. 2054 años después el parlamento de Galicia conspiró para acabar, probablemente también en marzo, con Caixanova. También se autoproclamaron defensores de la patria aunque sólo defendieran sus propios intereses. La gran diferencia es que en este caso hay más de un Bruto al que no le tiembla el pulso a la hora de acuchillar a la ciudad que les acogió.

    Si algo ha quedado definitivamente claro es que la política de Vigo está llena de Brutos. Hijos de Vigo, naturales o adoptivos, dispuestos a vender a sus conciudadanos sin el menor rubor. Así Chema y Santi se alían con los que pretenden privar al sur de Galicia de su poder financiero olvidando que el sillón que ocupan no es propiedad de su partido sino que representa a los vigueses que les dieron su confianza. Mientras, Corina centra sus esfuerzos en levantar en el muelle de trasatlánticos una bonita fuente mecanizada, maravillosa iniciativa para lograr una infraestructura que sin duda traerá riqueza y prosperidad a la ciudad. Algunos ya han mostrado su brutalidad, pero aún quedan muchos brutos potenciales, y algún que otro judas de andar por casa. Y luego está el señor Feijoo, que ha elevado la traición a la condición de arte.

     El ahora presidente de la Xunta, el mismo que durante la campaña electoral se hartó de declararse un vigués más, el mismo que prometió defender los intereses de Vigo y reparar las décadas de marginación por parte de la administración autonómica, el mismo que se olvidó de todo lo anterior en cuanto juró el cargo, viene ahora a pedir generosidad a los vigueses.

      Dice generosidad, pero quiere decir idiotez. La generosidad es una gran virtud, pero depende de quien, de para que y de lo que te piden. Una cosa es que te pida algo la amable vecina de la puerta de enfrente que siempre te prestó la sal y otra que te lo exija la vecina del piso de arriba, que además de no dejarte nunca nada siempre cuelga la ropa que destiñe apropósito para manchar tu ropa blanca. No es lo mismo que te pidan generosidad para ayudar a las victimas de un terremoto a que te la pidan para ayudar a que los especuladores urbanísticos puedan mantener su lujoso nivel de vida. No es igual dar voluntariamente un donativo en la medida de tus posibilidades que firmar a la fuerza un cheque en blanco. Es decir; si la Xunta, que nunca ha dado nada a esta ciudad, exige que entreguemos sin contrapartida la caja del sur para que la del norte pueda cubrir los agujeros que dejaron sus fallidas inversiones en el ladrillo no esta pidiendo generosidad, nos está llamando idiotas.

      Señor presidente de la Xunta: apruebe ya la ley del área metropolitana, consiga las dotaciones judiciales que esta ciudad necesita, haga de inmediato el hospital que el área de Vigo demanda, solucione los problemas de la depuradora, exija que se termine de una vez el informe de impacto ambiental del AVE Vigo-Ourense. Cumpla sus promesas electorales con la misma celeridad con la que elaboró una reforma de la ley de cajas que no figuraba en su programa. Cuando haya terminado vuelva a Vigo a pedir generosidad, entonces tal vez, sólo tal vez, no provoque un ataque de risa y de indignación.

 

 

05-11-2009




LA GRIPE LOCALISTA



 

    Hace unos días paseaba por la calle tranquilamente, de repente me asaltó un individuo que en tono amenazante exigió que le entregara todo mi dinero antes de que me lo gastara en alguna multinacional. Lógicamente me negué, el atracador trató de convencerme asegurando que me negaba porque soy egoísta y antigallego. No soy el único caso, al parecer los vigueses estamos padeciendo un nuevo un brote de localismo insolidario. El origen epidemiológico parece estar, esta vez, en no ver con buenos ojos que la caja de ahorros del sur de Galicia sea absorbida por Caixagalicia. Dicen que esta rara enfermedad provoca una ceguera aldeana que impide ver el interés general del país, lo que pone en peligro el futuro bienestar de todos los gallegos. No estaría de más pedir una segunda opinión. Ni el médico ni el diagnostico son muy fiables.

   Se apela mucho estos días desde los medios del norte - nada localistas, por otra parte- al "galleguismo político" y al "interés de Galicia por encima del minifundismo estéril y el localismo carpetovetónico". No se trata de que Caixagalicia necesite la fusión como agua de mayo, que va. Ni que tenga que cubrir los agujeros que dejaron los créditos concedidos a la concursada Fadesa, eso no tiene nada que ver. Es por Galicia. Cuanto sacrificio por el interés ajeno. Yo les preguntaría a Luis Ventoso, José Luis Barreiro Rivas y todos los demás adalides de la Galicia unida y armónica que últimamente parecen salir de debajo de las piedras del paseo marítimo, ¿aceptarían ustedes,  por interés de Galicia ,una fusión que diera como resultado una entidad con sede en Vigo?, ¿seguirían pensando en clave de país? ¿o encontrarían mil razones para esconder el galleguismo en lugar seguro y así poder enarbolarlo en mejor ocasión? No mientan. Lo que se pretende es conseguir el control de una caja solvente, tapar pérdidas y quedarse con todo el pastel. Pero eso sí, por el bien de todos, aunque al final sólo se beneficie uno. No se puede ser más hipócrita.

    Lo más grave es que si se planteara una fusión en igualdad de condiciones, que no es el caso, también deberíamos oponernos. ¿Tenemos alguna razón para creer que la gestión de la caja resultante sería equitativa y justa con el sur?  Ni una sola. Pasaría como con la Federación Gallega de Fútbol, que aún estamos esperando que vuelva a Vigo.
    Esta ciudad está siempre a la cola en el repartos de infraestructuras y dotaciones. Excluida de la conexión directa con Madrid por AVE, continúa sin auditorio mientras se gasta cien veces su coste en la Ciudad de La Cultura, soporta que cada día se recorte un poco más el proyecto del hospital pese a ser la urbe más poblada de Galicia, ve peligrar de forma periódica la continuidad de su aeropuerto (el único que no tiene subvencionados vuelos de bajo coste) mientras se hunden todos los fondos europeos en los puertos exteriores del Cantábrico. Los vigueses estamos hartos, y tenemos mil motivos para desconfiar de una administración autonómica que lleva más de treinta años barriendo para casa, su casa.
    No podemos esperar nada de quien incumple la promesa de trasladar a Vigo la Consellería de Pesca y permite que el titular de Política Territorial instale solapadamente su oficina en A Coruña. Oficina desde la que se paralizó durante cuatro años la creación del área metropolitana de Vigo, por puro localismo, y se enterraron todos los proyectos para ampliar el puente de Rande y reformar la autovía de Porriño.
    Prefiero dejar mis ahorros en un furgón custodiado por el Dioni, que confiar el control financiero de Galicia a una entidad bancaria con sede en Coruña, ciudad que se toma tan en serio el lema "Vigo, no" que hasta se entona desde el balcón del Concello. Al menos el vigilante jurado más chorizo del mundo no iba a utilizar mi dinero en mi contra. Está fusión-absorción no es una unión de dos cajas como se nos quiere hacer creer, es una OPA a Vigo y su tejido industrial. Un paso más en el intento de ahogar Vigo por tierra, mar, aire y bolsillo, para convertir el sur en el parque industrial del norte.

   Pese a todo casi coincido en algo con el señor Ventoso - nombre que parece sacado de una película de Tarantino y muy apropiado para vivir a orillas del Cantábrico-, cuando afirma:

"... al final llevaría a lo de siempre: el poder de decisión se iría lejos de Galicia, eterna sucursal que alimentaría con su ahorro a los demás (...) No es lo mismo pedir un crédito a una entidad de aquí, que entiende Galicia y responde ante ella, que hacerlo ante un despacho impersonal situado una torre acristalada de la Castellana, desde donde Galicia es solo una cifra gélida en un balance."

 Sustituyendo "Galicia" por "Vigo" y "la Castellana" por "el Cantón Grande" tendría toda la razón. Tal y como lo plantea sólo demuestra ser un minifundista estéril que no piensa en clave de estado, contrario a crear una gran caja española antes de que el centro de decisión se traslade a otro país europeo por puro localismo carpetovetónico.